Los
psicólogos distinguen entre motivación intrínseca y extrínseca,
conceptos de gran importancia en su aplicación en el deporte.
La
motivación extrínseca es esa de los premios y los halagos, esa
que nos despierta el cosquilleo de satisfacción cuando la vecina
pregunta en el ascensor ¿y cuántos kilómetros corriste en el
maratón del domingo? Cuarenta y dos. ¿¿¿Cuarenta y
doooooosssssssss??? (Hay que aclarar que para alguna gente un maratón
es simplemente una carrera en la que la gente se pone unas zapatillas
y un dorsal y corre)La motivación
extrínseca se acrecienta mediante la recompensa. Ganar un
premio, a un rival o la consideración del vecino,la novia o amigos.
La
motivación intrínseca en cambio es ese veneno que te intoxica
silenciosamente y te hace repetir un gesto hasta el aburrimiento,
simplemente porque te jode que no te salga bien. Es la fuerza
interior que te empuja a tratar de mejorar sin importarte el juicio
de los demás. Obviamente, siempre se da en cualquier deportista una
mezcla de ambas, pero en distintas proporciones (a veces dependiendo
del asunto).
Los
expertos dicen que, a la hora de crear adherencia a la práctica
deportiva, la buena es la motivación intrínseca.Ya que una
motivación extrinseca dependiente de los resultados es más
vulnerable y además promueve prácticas de deporte menos limpio.
Sin embargo, en el deporte competitivo de alto rendimiento interesa
muchas veces fomentar la motivación extrínseca como un
combustible altamente inflamable que dé ese plus a la máquina para
que rinda al 110%, ¡más madera! ¡más madera! Los daños
colaterales de esa combustión forzada son otra historia, una
historia que se cuela a veces entre los titulares de los periódicos
con ejemplos innumerables de juguetes trágicamente rotos, otras
veces la cosa no llega tan lejos y alimenta simplemente el saco de
las frustraciones, de los sueños evaporados y las historias que
pudieron ser pero no fueron. En el camino alguien dejó de hacer
deporte por la tontería de creer que valía más de lo que realmente
valía, como si el valor de nuestras experiencias íntimas tuviera
que estar sujeta a la tasación externa.
Muchas
veces lo que están en contacto con niños en fase de la formación
deportiva, deberíamos empeñarse en fomentar una motivación
dirigida a la tarea más que a los resultados. Hacer ver al niño la
satisfacción de esquiar,nadar,correr,etc.. Con un estilo correcto y
eficiente, más que lo rápido que ha hecho el circuito o acabado la
prueba.Enseñarle a disfrutar de las sensaciones de ese día en que
ha corrido tan bien, tanto como del hecho de que haya subido al
pódium. Si logramos despertar esa motivación interna estaremos en
el camino, probablemente, para que dentro de muchos años, esos niños
se pregunten, como lo hago yo hoy, qué es lo que les mueve a seguir
haciendo deporte hasta ese día.
Cuando
un deportista de elite ya sea la disciplina que sea,por ejemplo un
ciclista cuando dice :“el ciclismo no es mi pasión, es mi
trabajo”. Sin duda, para un ciclista profesional el ciclismo es un
trabajo… pero, normalmente, además de una pasión. Si no es así,
la motivación que le empuja es extrínseca, seguro, quizá
alimentada por el sentido del deber hacia unos compromisos
adquiridos, o por la convicción de la falta de alternativas mejores,
quién sabe. Sin embargo, hay poca alegría en esa forma de ver las
cosas. Yo suelo clasificar a la gente en “sufridores” y
“disfrutadores”, tengo a casi todos mis amigos y conocidos
perfectamente catalogados.
Por
cierto, hablando de alegría y optimismo y su relación con la
motivación, ¿sabíais que los optimistas rinden mejor? En 1990
Martin Seligman, el padre de la “Psicología positiva”, hizo un
estudio con un grupo de nadadores. Los clasificó primero según su
perfil optimista o pesimista mediante cuestionarios apropiados, luego
les hizo una prueba de natación sobre una distancia determinada y
les tomó el tiempo. Seligman engañó a los sujetos de la prueba
informándoles de que habían realizado tiempos peores de lo que
realmente habían hecho. Tras un tiempo de descanso, les hizo repetir
la prueba de natación. Lo imagináis, ¿verdad?, los optimistas
igualaron o mejoraron las marcas reales de la primera prueba, los
pesimistas las empeoraron sistemáticamente.
La
forma en que gestionamos nuestras experiencias es también muy
importante a la hora de buscar la motivación.
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