sábado, 9 de febrero de 2013

EL LIMITE SOY YO,MOTIVACION EN EL DEPORTE.


Los psicólogos distinguen entre motivación intrínseca y extrínseca, conceptos de gran importancia en su aplicación en el deporte.
La motivación extrínseca es esa de los premios y los halagos, esa que nos despierta el cosquilleo de satisfacción cuando la vecina pregunta en el ascensor ¿y cuántos kilómetros corriste en el maratón del domingo? Cuarenta y dos. ¿¿¿Cuarenta y doooooosssssssss??? (Hay que aclarar que para alguna gente un maratón es simplemente una carrera en la que la gente se pone unas zapatillas y un dorsal y corre)La motivación extrínseca se acrecienta mediante la recompensa. Ganar un premio, a un rival o la consideración del vecino,la novia o amigos.
La motivación intrínseca en cambio es ese veneno que te intoxica silenciosamente y te hace repetir un gesto hasta el aburrimiento, simplemente porque te jode que no te salga bien. Es la fuerza interior que te empuja a tratar de mejorar sin importarte el juicio de los demás. Obviamente, siempre se da en cualquier deportista una mezcla de ambas, pero en distintas proporciones (a veces dependiendo del asunto).
Los expertos dicen que, a la hora de crear adherencia a la práctica deportiva, la buena es la motivación intrínseca.Ya que una motivación extrinseca dependiente de los resultados es más vulnerable y además promueve prácticas de deporte menos limpio. Sin embargo, en el deporte competitivo de alto rendimiento interesa muchas veces fomentar la motivación extrínseca como un combustible altamente inflamable que dé ese plus a la máquina para que rinda al 110%, ¡más madera! ¡más madera! Los daños colaterales de esa combustión forzada son otra historia, una historia que se cuela a veces entre los titulares de los periódicos con ejemplos innumerables de juguetes trágicamente rotos, otras veces la cosa no llega tan lejos y alimenta simplemente el saco de las frustraciones, de los sueños evaporados y las historias que pudieron ser pero no fueron. En el camino alguien dejó de hacer deporte por la tontería de creer que valía más de lo que realmente valía, como si el valor de nuestras experiencias íntimas tuviera que estar sujeta a la tasación externa.
Muchas veces lo que están en contacto con niños en fase de la formación deportiva, deberíamos empeñarse en fomentar una motivación dirigida a la tarea más que a los resultados. Hacer ver al niño la satisfacción de esquiar,nadar,correr,etc.. Con un estilo correcto y eficiente, más que lo rápido que ha hecho el circuito o acabado la prueba.Enseñarle a disfrutar de las sensaciones de ese día en que ha corrido tan bien, tanto como del hecho de que haya subido al pódium. Si logramos despertar esa motivación interna estaremos en el camino, probablemente, para que dentro de muchos años, esos niños se pregunten, como lo hago yo hoy, qué es lo que les mueve a seguir haciendo deporte hasta ese día.
Cuando un deportista de elite ya sea la disciplina que sea,por ejemplo un ciclista cuando dice :“el ciclismo no es mi pasión, es mi trabajo”. Sin duda, para un ciclista profesional el ciclismo es un trabajo… pero, normalmente, además de una pasión. Si no es así, la motivación que le empuja es extrínseca, seguro, quizá alimentada por el sentido del deber hacia unos compromisos adquiridos, o por la convicción de la falta de alternativas mejores, quién sabe. Sin embargo, hay poca alegría en esa forma de ver las cosas. Yo suelo clasificar a la gente en “sufridores” y “disfrutadores”, tengo a casi todos mis amigos y conocidos perfectamente catalogados.
Por cierto, hablando de alegría y optimismo y su relación con la motivación, ¿sabíais que los optimistas rinden mejor? En 1990 Martin Seligman, el padre de la “Psicología positiva”, hizo un estudio con un grupo de nadadores. Los clasificó primero según su perfil optimista o pesimista mediante cuestionarios apropiados, luego les hizo una prueba de natación sobre una distancia determinada y les tomó el tiempo. Seligman engañó a los sujetos de la prueba informándoles de que habían realizado tiempos peores de lo que realmente habían hecho. Tras un tiempo de descanso, les hizo repetir la prueba de natación. Lo imagináis, ¿verdad?, los optimistas igualaron o mejoraron las marcas reales de la primera prueba, los pesimistas las empeoraron sistemáticamente.
La forma en que gestionamos nuestras experiencias es también muy importante a la hora de buscar la motivación.



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