No
es raro oír a la gente decir que un tal nadador tiene la espalda muy
ancha porque nada, que las gimnastas no crecen mucho por causa del
ejercicio, que los atletas de salto alto son altos porque el salto
los va estirando. Por supuesto, están cometiendo el mismo error que
cometió Lamarck: a la jirafa no le crece el cuello por estirarlo
para comer las hojas más altas, y los perros nacerán con cola, no
importa en cuántas generaciones se las hayan mutilado. Practicar una
actividad puede hacer crecer los músculos pero no cambia en gran
medida la anatomía general del sujeto, solo lo hace moderadamente.
Los deportes y en general todas las actividades humanas seleccionan a
los mejor dotados para estas. Los dotados por la naturaleza
sobresalen y se hacen más visibles; los no dotados pronto abandonan
la respectiva actividad.
Cada
deporte exige un tipo de complexión, de musculatura, de
proporciones, de capacidad anaeróbica y de talentos neuronales. Por
tanto, es común que los deportistas de élite en cada campo se
parezcan entre sí en sus características físicas y en sus
destrezas. Ni los basquet- futbolistas cortos de estatura ni los
nadadores de torso pequeño ni los gimnastas de dos metros podrían
tener éxito.
Cuantas
veces nos ha pasado que un compañero de entrenamiento aumenta su
volumen muscular más rápido que nosotros haciendo el mismo
ejercicio e incluso menos. Esto nos trastoca bastante, ya que muchas
veces relacionamos la cantidad de ejercicio y el peso que levantamos
con la hipertrofia, cuando realmente lo que determina nuestro
volumen muscular es la genética y
el tipo de fibras musculares que tenemos.
Todos
nosotros nos hemos sometido a interminables sesiones de entrenamiento
en alguna ocasión intentando aumentar a ritmos forzados nuestra masa
muscular y parecernos a algún compañero más fuerte que nosotros.
En muchos casos nunca lo hemos conseguido, lo que nos ha hecho
abandonar los entrenamientos y tirar la toalla. Esto es más habitual
de lo que pensamos, pero es algo a lo que no tenemos que prestar
atención, ya que nuestro desarrollo muscular está enteramente
determinado por la genética.
Los
músculos están formados por miles de fibras que son las que
componen el tejido al que conocemos en su conjunto como músculo.
Estas fibras se dividen en dos tipos, las de contracción lenta,
conocidas como fibras rojas o
del tipo I
y las de contracción rápida o también conocidas como fibras
blancas del tipo II,
ambas conforman el tejido muscular y son las encargadas de que éstos
aumenten su tamaño a través del ejercicio.
Concretamente
las fibras que más tienen que ver con el aumento del volumen
muscular son las de contracción
rápida,
ya que se adaptan mejor a los impulsos que reciben a través del
ejercicio, y por lo tanto tienen más facilidad para crecer. La
cantidad de fibras blancas que tenemos está determinada
genéticamente. Por este motivo las personas que contienen un mayor
número de este tipo de fibras tienen más facilidad a la hora de
aumentar el volumen de sus músculos.
Es
importante que tengamos esto en cuenta a la hora de conseguir una
buena hipertrofia, ya que no todo es el ejercicio y el trabajo duro,
pues las bondades genéticas tienen mucho que ver en nuestro
desarrollo muscular. Por este motivo muchas personas con un menor
esfuerzo conseguirán mejores resultados que otras trabajando mucho
más. Por este motivo no nos debemos desanimar, sino que simplemente
debemos entrenar a nuestro ritmo y notando que realizamos
correctamente todos y cada uno de los ejercicios para tonificar
adecuadamente los músculos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario