jueves, 3 de octubre de 2013

NUESTRA GENETICA EN EL DEPORTE.


No es raro oír a la gente decir que un tal nadador tiene la espalda muy ancha porque nada, que las gimnastas no crecen mucho por causa del ejercicio, que los atletas de salto alto son altos porque el salto los va estirando. Por supuesto, están cometiendo el mismo error que cometió Lamarck: a la jirafa no le crece el cuello por estirarlo para comer las hojas más altas, y los perros nacerán con cola, no importa en cuántas generaciones se las hayan mutilado. Practicar una actividad puede hacer crecer los músculos pero no cambia en gran medida la anatomía general del sujeto, solo lo hace moderadamente. Los deportes y en general todas las actividades humanas seleccionan a los mejor dotados para estas. Los dotados por la naturaleza sobresalen y se hacen más visibles; los no dotados pronto abandonan la respectiva actividad.
Cada deporte exige un tipo de complexión, de musculatura, de proporciones, de capacidad anaeróbica y de talentos neuronales. Por tanto, es común que los deportistas de élite en cada campo se parezcan entre sí en sus características físicas y en sus destrezas. Ni los basquet- futbolistas cortos de estatura ni los nadadores de torso pequeño ni los gimnastas de dos metros podrían tener éxito.
Cuantas veces nos ha pasado que un compañero de entrenamiento aumenta su volumen muscular más rápido que nosotros haciendo el mismo ejercicio e incluso menos. Esto nos trastoca bastante, ya que muchas veces relacionamos la cantidad de ejercicio y el peso que levantamos con la hipertrofia, cuando realmente lo que determina nuestro volumen muscular es la genética y el tipo de fibras musculares que tenemos.
Todos nosotros nos hemos sometido a interminables sesiones de entrenamiento en alguna ocasión intentando aumentar a ritmos forzados nuestra masa muscular y parecernos a algún compañero más fuerte que nosotros. En muchos casos nunca lo hemos conseguido, lo que nos ha hecho abandonar los entrenamientos y tirar la toalla. Esto es más habitual de lo que pensamos, pero es algo a lo que no tenemos que prestar atención, ya que nuestro desarrollo muscular está enteramente determinado por la genética.

Los músculos están formados por miles de fibras que son las que componen el tejido al que conocemos en su conjunto como músculo. Estas fibras se dividen en dos tipos, las de contracción lenta, conocidas como fibras rojas o del tipo I y las de contracción rápida o también conocidas como fibras blancas del tipo II, ambas conforman el tejido muscular y son las encargadas de que éstos aumenten su tamaño a través del ejercicio.
Concretamente las fibras que más tienen que ver con el aumento del volumen muscular son las de contracción rápida, ya que se adaptan mejor a los impulsos que reciben a través del ejercicio, y por lo tanto tienen más facilidad para crecer. La cantidad de fibras blancas que tenemos está determinada genéticamente. Por este motivo las personas que contienen un mayor número de este tipo de fibras tienen más facilidad a la hora de aumentar el volumen de sus músculos.
Es importante que tengamos esto en cuenta a la hora de conseguir una buena hipertrofia, ya que no todo es el ejercicio y el trabajo duro, pues las bondades genéticas tienen mucho que ver en nuestro desarrollo muscular. Por este motivo muchas personas con un menor esfuerzo conseguirán mejores resultados que otras trabajando mucho más. Por este motivo no nos debemos desanimar, sino que simplemente debemos entrenar a nuestro ritmo y notando que realizamos correctamente todos y cada uno de los ejercicios para tonificar adecuadamente los músculos.



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