Tras
la convulsión que causó el descubrimiento hace ya quince años de
deportistas dopados con EPO, la lucha contra el dopaje encuentra un
nuevo enemigo: el dopaje genético mediante Aicar (doping genético).
Hace
unos quince años, la lucha contra el dopaje se revolucionaba de
manera considerable con la aparición de la Eritropoyetina, o EPO,
que permite un mejor rendimiento del deportista en actividades de
ejercicio aeróbico, aumentado así su resistencia. Hasta entonces,
el uso y consumo de EPO en los deportistas de primer nivel era
parecido a una barra libre por la incapacidad de los controles de
detectar esta hormona. Pasado esto, la nueva lucha contra el doping
se encamina frente a lo que se conoce como el dopaje genético. El
culpable de esto se llama Aicar y ya ha sido usado en competición a
primer nivel.
La
operación Skype realizada el año pasado por la Policía Nacional
dio a conocer este tipo de dopaje. El médico colombiano Alberto
Beltrán fue interceptado en el aeropuerto cuando iba a coger un
viaje a su país natal. En su maleta la policía encontró una
sustancia que no había visto hasta el momento, “un nuevo
medicamento que se usa para perder peso y recuperar músculo para
consumo propio, porque padezco la enfermedad de las piernas inquietas
y es lo único que me funciona”. Así justificaba su posesión el
médico. La explicación pareció no convencer y acabó en
prisión.
El Aicar es actualmente uno de los últimos inventos para
favorecer el organismo de manera irregular. Ya fue considerada como
sustancia prohibida por la Agencia Mundial Antidopaje (reconvertida
posteriormente a modulador metabólico) pero lo cierto es que es muy
difícil de combatir puesto que su uso es genético, es decir actúa
sobre las células, lo que imposibilita el hecho de poder detectarlo
con un control rutinario. Para los que no sepan lo que es el Aicar,
es un medicamento que te simula la práctica de ejercicio físico sin
realizarlo. Es decir, te da mejoras de este sin haberlo practicado,
incluso pudiendo estar sentado en el sofá.«Cuando una
persona se entrena, en su cuerpo se producen cambios que lo
predisponen al ejercicio», explica el director del laboratorio
antidopaje de Barcelona, Jordi Segura, quien agrega: «En teoría, el
Aicar lograría estas modificaciones sin la necesidad de la actividad
física». «Estimula a los músculos de forma similar a como lo hace
el entrenamiento, mejorando la fuerza y la utilización de las grasas
en esfuerzo», subraya el doctor Juan José Crespo Salgado,
especialista en Medicina de la Educación Física y Deporte de la
Universidade de Vigo.
Uno
de los beneficios del Aicar es utilizar las grasas como fuentes de
energía, lo cual permite incluso perder peso. También ayuda a
aumentar las proteínas que regeneran tejidos, lo que facilita
aumentar “ficticiamente” el músculo que entrenas. Pese a esto,
no está claro que estos beneficios sean considerados correctos para
el organismo y que por supuesto, el riesgo de utilizarla no esté
presente. Solo se ha experimentado en ratones, donde sí se vieron
esos resultados, dando lugar al sobrenombre con la que se le conoce:
la píldora del ejercicio.
En resumen, lo que hace el Aicar es
activar la proteína AMPK, que mantiene siempre constante los niveles
de energía del cuerpo. De manera normal, esto se consigue con
ejercicio físico y ahí reside la esencia del Aicar. El principal
inconveniente es el precio de conseguirlo. Un consumo para unas
semanas de esta píldora supondría un desembolso de unos 6000 €.
Aun así, no te aseguran un resultado inmediato y eficaz ya que se
tendría que combinar con una práctica adecuada de deporte.
Como
ya se ha dicho, el dopaje genético ya ha llegado. Beltrán por
ejemplo fue médico de atletas en los JJOO de Pekín, de tres equipos
ciclistas (Kaiku, Liberty y Xacobeo) y de deportistas que
participaron en el campeonato de España de atletismo de 2010 (como
José Luis Blanco). Precisamente, la confesión de un ciclista del
Xacobeo, David García (sancionado por consumo de EPO) fue el inicio
de toda la trama Skype. En ella también apareció el nombre del
entrenador de Marta Domínguez, Cesar Pérez, no como detenido pero
sí como testigo, puesto que es entrenador de bomberos. Muchos de los
consumidores del Aicar que se pudieron comprobar durante la
investigación fueron profesionales de esta rama que se estaban
preparando a las oposiciones. En definitiva, la guerra genética hace
frente al deporte sano.
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