El
pollo
está siempre presente en los menús de dieta
saludable.
De digestión fácil y menos cantidad de grasas saturadas –
responsable por la mayoría de los casos de
complicaciones cardíacas -
cuando comparado a la carne
roja,
el pollo es una de las mejores
opciones
de
proteínas
dentro de una alimentación sana.
El
pollo es también fuente de todos los aminoácidos esenciales,
el conjunto de estos compuestos da origen a varios tipos de proteínas
y enzimas. El humor, la atención y concentración, así como la
calidad
de sueño son algunos ejemplos de las funciones influenciadas por la
presencia de los aminoácidos.
El pollo cuenta con una gran cantidad de vitaminas, sobre todo las vitaminas del complejo B, como la B2 o B12. Son esenciales para el metabolismo celular, actúan en procesos energéticos, en funciones del sistema nervioso, además de ser importantes para el estomago, intestino, piel, cabello, ojos, boca e hígado.
La
vitamina
B3,
también presente en el pollo, trabaja en procesos del sistema
respiratorio y en la dilatación de los vasos sanguíneos. La
carencia de esta vitamina en nuestro organismo puede llevar
a la debilidad de los músculos, anorexia, lesiones en la piel, entre
otros.
El
pollo es
fuente
de hierro,
pese a que este mineral que combate la anemia aparezca en dosis
más pequeñas que en la carne roja.
Otra gran ventaja del pollo es
su rápida preparación, es un gran aliado a la dieta saludable pese
a la falta de tiempo típica de la
vida moderna.
Es una buena opción para una cena ligera. Para garantizar sus
nutrientes, la mejor forma de preparar es asado, cocido o a la
plancha.
El
pollo es una excelente opción para variar tu menú semanalmente y
reducir
el consumo de grasas.
¡Cuidado con la piel del pollo! Ella puede descontrolar los niveles
de colesterol y empeorar los problemas cardiovasculares. Así que,
antes de llevar la carne de pollo al fuego, retira toda la piel.
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